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Musica en Vino

Hace algunos años, un estudio realizado por la Universidad Heriot Watt de Edimburgo confirmó las sospechas que teníamos: La música influye en el sabor del vino. El psicólogo Adrian North detalla en su informe que la música estimula ciertos circuitos del cerebro y ésto lleva a que el vino, en nuestra boca, se sienta diferente. No sabemos si mejor pero sí diferente. Los seres humanos somos seres asociadores y en lo que a música se refiere, nos encanta asociar canciones con momentos y fusionarlos con otras percepciones. 

Por lo que los sonidos que se escuchen en el momento de la degustación, sumado a nuestro estado anímico y gustos musicales (ambos jugando un papel fundamental en todo esto) harán cambiar de un modo u otro el sabor y nuestra apreciación respecto del vino que estamos bebiendo. Así se establece que al beber un vino tinto éste puede sentirse hasta 60% más intenso y potente si, en vez de silencio, se acompaña con música de fondo intensa y enérgica.

Mismo caso con los blancos, que pueden sentirse hasta un 40% más leves y frescos si, en vez de silencio, la música de fondo es ligera y fresca. Las diferencias más notables las presentaron las pruebas de los tintos y, según algunos enólogos, esto se debe a que la complejidad de un vino tinto es mayor que la de un blanco por lo cual una persona expuesta a la música, mientras bebe un tinto, se dejará llevar con más facilidad sesgando su percepción a través de la música.

La estimulación musical nos trasciende

Y si la luz, la temperatura y el aire afectan a un vino ¿acaso la música no podría también alterarlo de alguna manera? En la Toscana, Carlo Cignozzi, propietario de Il Paradiso de Frassina, comenzó animando a sus trabajadores tocando su acordeón mientras paseaba entre los viñedos. Esta acción fue espontánea pero cuando vio que la cosecha se volvía más productiva con su intervención musical decidió ir más allá. Investigó si la música también podría afectar, de alguna manera, a la vid.

Según Cignozzi (ayudado por un equipo de investigación de la Universad de Florencia) Vivaldi, Scarlatti o Bach sirven para estimular el desarrollo foliar mientras que Beethoven o Mozart ayudan a disminuir las plagas…Creer o reventar. Es de público conocimiento que Aurelio Montes, propietario de bodegas en Chile, California y Argentina reproduce cantos gregorianos en las cavas de sus bodegas y el motivo no es puramente atmosférico.

Según el mismo Aurelio, las vibraciones suaves y constantes que vienen de la música provocan un mejor rendimiento del vino durante su envejecimiento en barrica, ya que la longitud de la onda de la música (que suena durante 16 horas diarias, en un lapso de 18 meses) crea una pequeña vibración dentro del barril, moviendo lentamente las partículas líquidas, mezclando mejor los componentes del vino y motivando que los taninos se vuelvan más suaves y mejor integrados a los que aporta la madera. 

Y más allá de lo que varios incrédulos puedan pensar en este mismísimo momento de lectura, pienso que deberíamos ir más allá de una superficial conjetura marketinera: La persona que trabaja en esa cava y desciende cada día a controlar correcciones de anhídrido, rellenos o trasiegos, trabaja bajo la sensación de calma transmitida por la música. Trabaja contento y tranquilo: ¿acaso algo puede salir mal en éstas condiciones? Es evidente que la música, en este caso, también aplica a una sana e inteligente estrategia de producción.

El enólogo y propietario de Domaine St diego, Ángel Mendoza, también enlaza a la música con la producción de vino y nos cuenta: “Lo que hacemos es aplicar música durante la vinificación acompañando el “confort bio-fisico-químico de la fermentación alcohólica” de nuestros vinos. Lo vi aplicado por primera vez, en una bodega de España que elaboraba Jerez. También usamos música clásica durante la crianza de los vinos en barricas de roble.” La reverberación de las ondas musicales, en la cava, provoca el movimiento o remoción de la capa de vino cercana a la madera para hacer más homogénea la difusión de los componentes sápidos de la madera. En vinificación notamos una fermentación más completa de los azúcares de la uva.

Esclavos involuntarios de la asociación

Incluso la música reproducida en una tienda de vinos puede influir drásticamente en la compra que llevemos a cabo. La música francesa reproducida en un supermercado europeo X provocó que los clientes compraran más etiquetas de vino francés que alemán y, cuando los altoparlantes comenzaron a reproducir música alemana, la gente empezó a meter más etiquetas alemanas en su carro. Está demostrado, también, que un grupo de clientes, bajo la influencia de la música clásica, termina comprando más vino y de mayor precio que si lo hiciera bajo la influencia de música contemporánea.

¿Será que la música clásica nos lleva a asociar la compra con algo más selecto, elegante y refinado?…Es posible. Ante la duda, la próxima vez que descorches un vino, fijate bien qué playlist va a sonar.

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